17.3.13

Los disparadores psicológicos y el corte de Aoki

Históricamente el origen del noise se puede situar en el siglo XX. Siglo que ha sido padre, por lo demás, de todas las contaminaciones modernas.

El mundo es un mundo de sonidos, pensemos en el que produce el mar, o el de los pájaros melodiando en su cruce por los crepúsculos en el día a día, el viento caprichoso, la brama de los elefantes, finalmente toda la vida revolviéndose en un concierto a considerar.

La humanidad por su parte ha venido a incrementar, por así decirlo, la algarabía general sumando a los sonidos de la naturaleza el ruido propio de la cultura.

De las explosiones atómicas, se podría decir, lo de menos es su sonido, porque son pocas las personas que pudieran relatar acerca de ese desgarramiento en la atmósfera, producido en el afán por acomodarse de las partículas atómicas que corren en todas direcciones.

Son muchas más las que, por otra parte, han resentido habitualmente los efectos del ruido en la industria, por ejemplo. Pero definitivamente es otro el conjunto de aquellos que escuchamos lo que se ha querido considerar como 'ruido artístico', en el caso de la música electrónica.

Se que todo esto puedan parecer meras generalidades, pero las he considerado pertinentes para ocuparme ahora de un caso específico, me refiero a un video musical del año 2009, Warp 1.9, a cargo de The Bloody Beetroots.1

Un track redondo, considerado desde los estándares del mercado; breve y con 'mensaje'.2

Se trata de de un homenaje a las pinturas de Dalí donde los relojes languidecen con elasticidad. Ese es, de entrada, el pretexto que da pie a la canción. De hecho, toda la pieza está construida sobre el ritmo de un supuesto reloj análogo, desde el principio hasta el final. Se trata de evocar la idea de que existe un producto allá fuera, que con la eficacia de un mazo, por decir algo, te hará el día.

Los que produjeron dicho trabajo sabían algunas cosas. El uso certero del disparador psicológico. El uso de lo artificial como violencia en orden de trastocar la percepción. Si bien resulta evidente que la función del despertador tiene que ver con comenzar el baile, luego es traducible como hora de trabajar, pero también como hora de consumir. No en balde el nombre del sello discográfico está escrito en la cara del reloj/ tiempo abollado.

A partir de allí, del primer impacto, es que tanto las imágenes como lo auditivo se desatan literalmente en su desarrollo formal. Se sabe que es el primer beso el que emborracha, dicen los que saben del amor.

Pienso que es esta, el comienzo, una de las partes más importantes para comprender la filosofía del mercadeo de las producciones culturales.

La gente comienza a moverse, con la cámara lenta/ tiempo abollado, a partir de ese sonido, ese momento, en la mañana eterna la diversión. Un mundo de jóvenes [principal target] despertando en un mercado salvaje; chamarras, cachuchas, gafas y máscaras, en la batalla lenta por adquirir más.



notas
1.- En este audiovisual el estelar es de Steve Oaki.
2.- 3:25