22.9.11

El viejo se mueve, se mueve, discurre. La luz de los autos se le viene encima. Barba ensortijada, ojos lujuriosos, movimientos furtivos. Siempre está en algo, llora, se debate, grita improperios, las lágrimas le corren la mugre de la cara. Nunca está quieto.
La media noche le queda chica. La inversión orgánica de todo su ser cruje en las madrugadas frías.
Una vez detenido, se descubre que todo el tiempo ha estado escuchando de su mp3 player.

20.9.11













Abb. 1b: Raphael Montanez Ortiz: News Reel, Film, 16mm, s/w, stumm, 1 3/4 Min., 1958. Foto: Archiv Raphael Montanez Ortiz.












Friedrich Achleitner/Gerhard Rühm: zwei welten, Porrhaus, Wien, Treitlstraße 3, 15.4.1959.




1432 0432 1430 1402 1032
2134 2034 0134 2104 2130
2143 2043 0143 2140 2103
3124 3024 3104 0124 3120
3142 3042 3140 0142 3102
SERIES  

1234 0234 1034 1204 1230
1243 0243 1043 1240 1230
1324 0324 1304 1024 1320
1342 0342 1340 1042 1302
1423 0423 1403 1420 1023

18.9.11

CINE DEL BOSCO



Just one fix, Valdovinos, EUA, 1999



Un psiquiatra intenta curar la creencia en la homeopatía de un viejo amigo, y para ello emprende una cruzada que lo llevará a la locura.

Funciones: 16:10 , 18:30 y 21:oo

9.9.11

Una forma de acercarse a las mariposas es a 120 kilómetros por hora. Puntos de contacto más frecuentes, el radiador, el parabrisas, ángulos frontales del automotor, etc. No es una forma directa –debido a su peligrosidad- pero es lo más cercano posible. Además, en primera instancia, lo único perceptible es el impacto. Después, ya en casa o en el destino final, comienza lo bueno. En el radiador se incrustan, pero pareciera que hubieran querido incrustarse en el parabrisas también. Efectivamente, la velocidad en el momento justo del encuentro es máxima. Pero las distintas naturalezas del material utilizado para recoger la muestra –por un lado, las afiladas celdas de aluminio del radiador del automóvil, y por otro, la lisura del cristal de su parabrisas- hacen una diferencia. El sentido de oportunidad es un punto a destacar y es de todos bien sabido que se facilita la remoción de la materia de estudio en la inmediatez del inicio de la investigación (tres o cuatro horas posteriores), cuando sus fluidos vitales, la sangre de los invertebrados, no se ha secado del todo, cuando aún es posible percibir -sin más- su repugnante olor. La superposición de los cuerpos, en la parte correspondiente al radiador –visto por su parte frontal (de aquí en adelante)- nos da cuenta del material resistente del que están compuestos sus exoesqueletos. Las antenas, las nervaduras de las alas, los ojos, en definitiva, dentro de su propia cubierta. Hay cierta promiscuidad –y se entiende- en esta amalgama de seres reunidos en el encuentro con el filo que los diseñadores industriales dedican por igual en pos del enfriamiento de los automotores en general, y la investigación entomológica. Nunca falta el científico perspicaz que, fascinado primero, por los colores diversos de los animales, la sobreimposición azarosa de éstos, termine confundiéndose y piense que está frente a lo más parecido a una obra de arte. En lo concerniente a la verdad, este ideal de la ciencia, lo pertinente aquí en todo caso, será siempre el análisis serio de los pigmentos utilizados, su composición química, posibles explicaciones sobre los fines concretos de su utilización; fuera de ello todo es un caminar incierto en las fantasmagorías del sentimiento y la teoría estética.