19.6.11

Escuchar sonidos parecidos a los de la lluvia que se acerca. La tormenta en todo caso porque desde hace rato comenzó a nublarse. El ambiente un poco tenso y sofocado que antecede la precipitación.
Me doy cuenta lo diferente que soy. Me doy cuenta y me gusta ser así. Estoy en un sillón, después de bañarme, escribiendo esto. La televisión está encendida y me permite cerciorarme quién es Scarlett Johansson.

Una de las ventajas de estar desempleado es la libertad que se tiene para buscar trabajo, independientemente de si se halle éste o no. Más que un hobby, es una necesidad, muchas de las veces.  Y es que esto de buscar trabajo puede entenderse por su cualidad terapéutica, además, como se ha visto, es señal por sí mismo de iniciativa y voluntad, en un comienzo. La idea subyacente a esto es que aceptar la enfermedad es aceptar la cura.
Una de las características principales de los portales de empleo es que son horrendos, puedo pensar. Hace tiempo llevo enganchado en uno de ellos. Lo sé porque su membrecía dura sólo seis meses, y yo ya la he renovado varias veces.
 Para mí, es genial, navegar sobre las posibilidades reales que se ofrecen para encontrar empleo.  Me permite imaginar los distintos escenarios, especular con los domicilios y los nombres de las personas de contacto, cuánto es lo que pretenden pagar, etc. En casi todas las ocasiones soy capaz de llegar a imaginar todo el esfuerzo que implica la preparación para una entrevista.   Conozco personas que han adelgazado ante mi vista, dos  o tres kilogramos, al terminar de llenar una solicitud.

15.6.11


La luz de los automóviles y camiones que como rayas cazan en la avenida. Es de noche pero la iluminación mexicana lo hace parecer todo extraño. Ahí, fuera del templo antiguo, entre el montón de vendimia callejera, las muchachas, los niños que corren y chillan por un globo de azúcar.
Pero, ¿las miles de imágenes que puedes ver fuera de la caverna? Las puedo ver dentro, también, además está calientito y no llueve. La ruta del camión azul, el humo que va dejando.
Son rastros fugaces, ráfagas de la memoria como las llamo ahora, en este instante pleno de certeza, antes y después es indeterminado. Vivir en la dimensión plasma, la relatividad vino a relajar bastante la rigidez de la armadura científica. Feyerabend.  He encontrado el momento en que la música científica del ser se ilumina, me refiero a la variación eterna y a los ritmos universales.

1.6.11

Es así como caemos en la cuenta de la fugacidad del tiempo y de la vida. La ceniza que sobrevuela un campo devastado. Un paneo. Como los gatos cuando son arrojados hacia arriba, la manera en que sacan sus uñas, en el aire giran, dispuestos a agarrarse de algo, cualquier cosa. Lo he visto. He visto la desesperación en sus ojos amarillos durante el trance. Pero son gatos, y están aprendiendo. Esto nos enseña nuestro parentesco con ellos, nuestras diferencias. Entonces vemos que somos iguales. Que nuestras uñas son otras –el giro en el aire, en definitiva diferente y más limitado-, pero que caemos por igual, y por lo tanto, existe una avidez, una desesperación por asirnos de las cosas. Es así como surge la relación sujeto-objeto en la génesis misma del aprender.