7.5.11

Me puse en jaque. Paré lo que estaba haciendo, el trabajo absorbente de la investigación, y ahora sí, me tiré en el sofá y traté de no pensar en nada. Me encontré mirando unas visualizaciones en el  reproductor de medios, con la boca abierta. Me sorprendo de las cosas que soy capaz de hacer. Es decir, a la vez que escuchaba la música que generaba ese portento óptico, el de las visualizaciones, estaba pensando muy por debajo de todo, en algo relacionado con las voces literarias y la manera de tender puentes, verdad, algo relacionado con una ingeniería para enlazar capítulos, ves, era una onda así muy densa. Pero en ese momento, lo que predominaba más en la percepción, era la onda externa, los ojos, es decir la vista, y pues sí, una onda acá de sinestesia grave. Te cuento esto y puedes pensar que el trance fue largo, pero no es así. Fue algo fugaz, al momento siguiente estaba, no sé, practicando el tiro o habría ido a nadar a las piscinas. Sin embargo, bastó ese momento de oro, como lo veo ahora, para que me clavara en la resonancia de la voz, verdad, que la onda estaba –está- en la naturaleza de las voces literarias.