10.3.11



Sonidos de electricidad, signos vitales, respiración, el tono de lada grave en otro escenario que aparece.

La nueva producción, La marcha del proceso, que resultó de una noche de inspiración y reconocimiento en darkWave -ese ambiente sencillo-, me ha sorprendido mucho a mí también. Sobre todo por el hecho de estar constituida en su elaboración a partir de una sóla fuente primaria de sonido, de la que, a partir de la manipulación artística de las variables en las distintas capas de un modelo de composición muy sencillo y siguiendo siempre un precepto íntimo, obtuve La marcha -enriquecida con un elemento "externo" al sistema, con la función de un contrapunto ya cerca del final de la pieza, es decir, funje como leimotiv de la precariedad y el vacío sobre el que se sustenta todo. Literalmente aparece la composición colgada en el medio. Y por otro lado, este carácter anecdótico del asunto ha cobrado tal robustez conceptual sostenida por la naturaleza y el carácter de la producción -y es esta parte a la que debo mi mayor asombro- que tiene que ver desde el juego del título, que en lugar de referirse al progreso -esa noción positiva- cuestiona al proceso mismo primero en orden de legitimar su pertinencia artística, esta puede ser una interpretación válida. Es decir, avanzar, muy bien, ¿pero a dónde? (de la inconveniencia de haber nacido). No es casual entonces escuchar el sonido de las palas, cavando en algún lugar húmedo y frío, confundidas con los pasos del ejercito de las naciones.