El viejo se
mueve, se mueve, discurre. La luz de los autos se le viene encima. Barba ensortijada,
ojos lujuriosos, movimientos furtivos. Siempre está en algo, llora, se debate,
grita improperios, las lágrimas le corren la mugre de la cara. Nunca está quieto.
La media
noche le queda chica. La inversión orgánica de todo su ser cruje en las
madrugadas frías.
Una vez
detenido, se descubre que todo el tiempo ha estado escuchando de su mp3 player.